Os presento a Tomoe Wing-chun
Y terminando con la ronda de presentaciones de protagonistas de La estación de los condenados, finalizo con Tomoe Wing-chun, que aunque haya quedado en último lugar, no por ello es el personaje menos importante de mi novela.
Lo cierto es que Tomoe es la más molona de las cuatro protagonistas. Se trata de una cazadora que actúa en una selva tropical, perteneciente a un tribu que subsiste con tecnología más propia del neolítico. Suele usar un arco con flechas. Así sigo esa afición que se da entre las lectoras jóvenes de practicar el tiro con arco, que seguro que viene dado por Katniss Evergreen, protagonista de la saga de Los juegos del hambre.
El nombre de Tomoe es un homenaje a un personaje histórico de la época de los samuráis de Japón. Por aquel entonces, era habitual que los samurais disputasen sus diferencias en combates singulares a muerte. Unos cuantos de ellos sufrieron una doble humillación al ser derrotados, primero, por la pérdida misma, y segundo, porque después de ser subyugados, el samurái ganador se descubría el rostro antes de decapitarlos, mostrándoles su hermosa faz.
Porque los japoneses son tradicionalmente misóginos, así que a estos samuráis derrotados no les hizo ninguna gracia que una mujer, Tomoe Gozen, les haya ganado, para luego cortarles la cabeza y mostrarla como trofeo.
Así pues, estamos hablando de la versión japonesa de Juana de Arco. Y hoy en día, muchas colegialas japonesas están tomando a la samurái Tomoe Gozen como modelo a seguir. Incluso se dedican a entrenar con las mismas armas que en su día utilizó Tomoe Gozen en el campo de batalla.
Y el apellido Wing-chun tampoco es casual. Es el nombre de un arte marcial especialmente pensado para la autodefensa de las mujeres. Es uno de los estilos de lucha que Bruce Lee introdujo en occidente con sus clases de artes marciales.
La historia de los orígenes del wing chun también es legendaria. Su nombre proviene de Yim Wing-chun, una joven doncella que aprendió este arte marcial de su maestra Ng Mui. Mui desarrolló esta forma de lucha, consistente en ataques rápidos, con intención de aturdir o incapacitar al oponente, durante una violenta época de guerra civil en China. Siendo una mujer menuda y flacucha, Mui tuvo que idear un estilo de lucha que le permitiera defenderse de enemigos que eran físicamente más fuertes que ella.
Así que mientras en Japón tienen a Tomoe, en China tienen a Ng Mui. Es curioso cómo en países tradicionalmente misóginos aparecen estas figuras femeninas tan poderosas en sus respectivos relatos históricos.
Con estas referencias, está más que claro que el personaje de Tomoe Wing-chun es la mujer más fuerte de las cuatro protagonistas de La estación de los condenados. De hecho, Tomoe es la felicidad personificada. Además de ser fuerte e independiente, los dos hombres más importantes de su vida, su padre y su marido, la apoyan en sus deseos de proseguir con su oficio de cazadora.
No obstante, Tomoe ya cuenta con 25 años de existencia, y por lo tanto, a los ojos de las demás mujeres de la tribu, ya va vieja, porque a estas alturas de su vida, Tomoe ya debería haber tenido su primer hijo.
Y es que si Tomoe y su marido deciden tener un hijo, ella tendrá que dejar de salir de caza, para dedicar el resto de su vida al cuidado de los niños. Se sigue la tradición marcada por las tribus del neolítico, antes del surgimiento de la agricultura y ganadería. En esa época prehistórica, tanto hombres como mujeres salían a cazar en igualdad de condiciones. Pero mientras que los hombres abandonaban la cacería por quedar lisiados o ir demasiado viejos, las mujeres dejaban de cazar al preñarse de su primer hijo. A partir de entonces, se dedicaban en exclusiva al cuidado de la prole, mientras que sus maridos continuaban con las cacerías.
Así que a pesar de que Tomoe Wing-chun es la felicidad personificada, está siendo asediada por las demás mujeres de la tribu, un acoso propiciado por la particular fisiología reproductora de las hembras humanas, que fueron diseñadas por la selección natural para ser abuelas a partir de los cuarenta años (motivo por el que sufren la menopausia a estas edades, para dejar de tener hijos y cuidar mejor de los nietos).
No obstante, la relativa felicidad de Tomoe Wing-chun peligra cuando unos extraños monstruos misteriosos atacan su tribu...
Lo cierto es que Tomoe es la más molona de las cuatro protagonistas. Se trata de una cazadora que actúa en una selva tropical, perteneciente a un tribu que subsiste con tecnología más propia del neolítico. Suele usar un arco con flechas. Así sigo esa afición que se da entre las lectoras jóvenes de practicar el tiro con arco, que seguro que viene dado por Katniss Evergreen, protagonista de la saga de Los juegos del hambre.
El nombre de Tomoe es un homenaje a un personaje histórico de la época de los samuráis de Japón. Por aquel entonces, era habitual que los samurais disputasen sus diferencias en combates singulares a muerte. Unos cuantos de ellos sufrieron una doble humillación al ser derrotados, primero, por la pérdida misma, y segundo, porque después de ser subyugados, el samurái ganador se descubría el rostro antes de decapitarlos, mostrándoles su hermosa faz.
Porque los japoneses son tradicionalmente misóginos, así que a estos samuráis derrotados no les hizo ninguna gracia que una mujer, Tomoe Gozen, les haya ganado, para luego cortarles la cabeza y mostrarla como trofeo.
Así pues, estamos hablando de la versión japonesa de Juana de Arco. Y hoy en día, muchas colegialas japonesas están tomando a la samurái Tomoe Gozen como modelo a seguir. Incluso se dedican a entrenar con las mismas armas que en su día utilizó Tomoe Gozen en el campo de batalla.
Y el apellido Wing-chun tampoco es casual. Es el nombre de un arte marcial especialmente pensado para la autodefensa de las mujeres. Es uno de los estilos de lucha que Bruce Lee introdujo en occidente con sus clases de artes marciales.
La historia de los orígenes del wing chun también es legendaria. Su nombre proviene de Yim Wing-chun, una joven doncella que aprendió este arte marcial de su maestra Ng Mui. Mui desarrolló esta forma de lucha, consistente en ataques rápidos, con intención de aturdir o incapacitar al oponente, durante una violenta época de guerra civil en China. Siendo una mujer menuda y flacucha, Mui tuvo que idear un estilo de lucha que le permitiera defenderse de enemigos que eran físicamente más fuertes que ella.
Así que mientras en Japón tienen a Tomoe, en China tienen a Ng Mui. Es curioso cómo en países tradicionalmente misóginos aparecen estas figuras femeninas tan poderosas en sus respectivos relatos históricos.
No obstante, Tomoe ya cuenta con 25 años de existencia, y por lo tanto, a los ojos de las demás mujeres de la tribu, ya va vieja, porque a estas alturas de su vida, Tomoe ya debería haber tenido su primer hijo.
Y es que si Tomoe y su marido deciden tener un hijo, ella tendrá que dejar de salir de caza, para dedicar el resto de su vida al cuidado de los niños. Se sigue la tradición marcada por las tribus del neolítico, antes del surgimiento de la agricultura y ganadería. En esa época prehistórica, tanto hombres como mujeres salían a cazar en igualdad de condiciones. Pero mientras que los hombres abandonaban la cacería por quedar lisiados o ir demasiado viejos, las mujeres dejaban de cazar al preñarse de su primer hijo. A partir de entonces, se dedicaban en exclusiva al cuidado de la prole, mientras que sus maridos continuaban con las cacerías.
Así que a pesar de que Tomoe Wing-chun es la felicidad personificada, está siendo asediada por las demás mujeres de la tribu, un acoso propiciado por la particular fisiología reproductora de las hembras humanas, que fueron diseñadas por la selección natural para ser abuelas a partir de los cuarenta años (motivo por el que sufren la menopausia a estas edades, para dejar de tener hijos y cuidar mejor de los nietos).
No obstante, la relativa felicidad de Tomoe Wing-chun peligra cuando unos extraños monstruos misteriosos atacan su tribu...
Comentarios
Publicar un comentario