Reseña "Animales difíciles".

Cae muerto después de cometer un homicidio en masa. Es lo que le pasa a un joven delincuente después de haber matado a más de quinientos cerebros vivos almacenados en un almacén de kéfalos. También es el punto de inicio de Animales difíciles, cuarta entrega de las peripecias vividas por la replicante Bruna Husky, novela escrita por Rosa Montero.

En contra de lo que sucede con otras novelas seriadas, los libros de Bruna Husky se pueden leer sin seguir el orden de publicación. Pero no sería el caso de la presente obra. Así que si el lector todavía no ha leído Los tiempos del odio, el libro anterior a Animales difíciles, le recomiendo que lo lea, antes de sumergirse en esta mía humilde reseña, para evitar sufrir destripes innecesarios.



Pero si ya ha leído el anterior libro, puede seguir con esta entrada.

Siendo recomendada por el inspector Lizard, Husky es contratada por la empresa responsable de los kéfalos para investigar qué misteriosa mano negra se esconde detrás del atentado descrito. Pero Bruna Husky no es la misma replicante de siempre. Después de su mortal enfrentamiento al final de Los tiempos del odio, ya no es una replicante de combate, sino de cálculo (quedabais avisados). Significa que, a pesar de que conserva los recuerdos y vivencias de su anterior cuerpo, más su memoria muscular de combatiente, carece de sus habilidades para la lucha, al habitar en una envoltura menuda, aunque ella intenta ganar musculatura con sus ejercicios físicos.

Por lo tanto, al mismo tiempo que Husky inicia su consabida investigación, básicamente compuesta por sucesivas entrevistas a personajes pintorescos que habitan el Madrid del 2111, Bruna se esfuerza por adaptarse a su nuevo cuerpo de replicante especializada en cálculo. Pero Bruna sigue siendo Bruna. Lo demuestra el hecho de que, a pesar de que ha puesto su cuentakilómetros a cero, todavía sigue contando el tiempo que le queda de vida cada vez que le pasa algo intenso. Y lo que es más, al ser una replicante de cálculo, a veces, además de contar los años, meses y días que tiene por delante, también contabiliza las horas, minutos y segundos. Por consiguiente, esta nueva Bruna presenta una paranoia existencial mucho más acusada, asimismo acentuada por su incapacidad de poder defenderse físicamente de los distintos enemigos que se va encontrando en su camino.

En este punto, quería señalar que en este libro, a diferencia de los tres anteriores, hay capítulos enteros narrados en primera persona. Ello es debido a que la nueva Bruna, por recomendación de los nerucinéticos que supervisan su adaptación al cuerpo de cálculo, ha adquirido la costumbre de escribir lo que le sucede (en tiempo presente), sus progresos en la investigación y sus vivencias afectivas (ambos en tiempo pasado).

Estamos, pues, ante una novela negra de ciencia ficción muy recomendable. Porque, si en el primer libro se adelantaba a la conspiranoia política actual, el segundo alertaba sobre el problema de los residuos radiactivos y el tercero abordaba el transhumanismo, esta cuarta entrega trata sobre la conveniencia de poner trabas al desarrollo de la IA. Es un tema que está estrechamente intricado en la trama policíaca que se narra en este libro. Además, así se explica por qué se han fabricado replicantes en este futuro diseñado por Montero, o por qué se cometieron tantas barbaridades durante las Guerras Robóticas, pues, en este libro, la IA ha sido capada con un algoritmo a partir del 2033, a raíz de un fenómeno llamado Hiperconectividad, en donde computadoras del todo el mundo han desarrollado su propio código para poder interactuar entre ellas. Así que éste es un libro apropiado para poder debatir sobre la conveniencia de si es necesario, o no, limitar el desarrollo de la IA. ¿Hay que evitar que la IA supere a la inteligencia humana, para que no se revele contra la humanidad o nos trate como simples hormigas? ¿O es mejor permitir su desarrollo, para que la IA pueda ayudarnos a gestionar mejor nuestros recursos y evitar todas las catástrofes que Montero relata en su cronología del siglo XXI, en los dos primeros libros de Bruna Husky?

Si me piden mi opinión, creo en la teoría que muchos paleontólogos y antropólogos llaman del monolito. Se trata de una referencia a 2001, una odisea del espacio, de Stanley Kubrick. Si no la han visto, les diré que, al principio de esta película, un monolito aparece ante un grupo de primitivos primates, influenciando ante ellos para que se vuelvan más inteligentes, lo que a la larga da lugar a nuestra especie humana. Hay antropólogos, paleontólogos y expertos en evolución humana que toman esta escena como referencia, hablando de monolito en lugar de eslabón perdido, para referirse a ese momento evolutivo en el que nuestros antepasados no humanos obtuvieron esa inteligencia que les permitió empezar a aislarse de la selección natural y así poder diferenciarse de los demás animales de este planeta. Pues bien, estos expertos se preguntan si próximamente habrá otro monolito en nuestro futuro más cercano, y yo pienso que este monolito sería la IA que se está desarrollando actualmente, y que nos permitiría dar el siguiente salto evolutivo de nuestra especie. Sería algo parecido a lo que se describe en el manga de Masamune Shirow Ghost in the Shell, en donde la fusión entre la IA y la especie humana permite a la protagonista dar el mencionado salto evolutivo.

Pero volvamos a Animales difíciles... ¿Conseguirá Bruna Husky resolver este caso? ¿Se adaptará a su nuevo cuerpo? ¿Sobrevivirá a esta nueva entrega? Descubran la respuesta a estas, y a otras preguntas mucho más interesantes, leyendo Animales difíciles, de Rosa Montero. Se entretendrán y se iniciarán en el campo de la IA. No se arrepentirá.



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