Os presento a Lunga Almar

Continuando con las presentaciones, hoy voy a hablaros de Lunga Almar, otra de las cuatro protagonistas de La estación de los condenados.
Lunga Almar es una ama de casa subsahariana que vive en una sabana africana. Yo pretendía que su nombre sonase a nativo africano, pero no sé si lo he conseguido, porque el sustantivo de Lunga viene de una palabra gallega, longa, que es un adjetivo para describir cosas o seres vivos que son muy largos. De hecho, Lunga Almar es la protagonista más alta y esbelta de las cuatro de este libro, presentando un imponente talle femenino a juego con su saludable piel negra.
El apellido Almar es musulmán, y lo puse para resaltar que Lunga es musulmana. En el momento en el que empieza la novela, se había convertido recientemente al Islam, siendo una de las mujeres de su tribu que ha adquirido la costumbre de cubrirse el torso con una segunda pieza de tela.
En este punto, quiero aclarar que en mis obras estoy intentando evitar en el tópico actual de Hollywood de poner al musulmán como malo de la película. En esta tribu hay un imán que está intentado convertir a toda la población al Islam. Y en contra de lo que a algún ignorante le pudiera parecer, este imán, movido únicamente por las enseñanzas del profeta, está interesado en la seguridad y bienestar de las mujeres. Es una argumento que explico muy bien en el libro.


No obstante, como soy un autor obsesionado con los prejuicios (o precisamente por ello), cuando aparece algún fundamentalista religioso en mis historias, suele ser de tintes cristianos. Tengan en cuenta que me críe en una España en donde los últimos coletazos del Nacional Catolicismo del Franquismo se lucieron en las clases de religión a las que tuve que asistir en colegio e instituto, a pesar de que ya estábamos en plena democracia. Por esta razón, cuando aparece un fanático religioso en mis novelas, suele ser cristiano, y no de otra religión, porque conozco, demasiado bien, los prejuicios que profesan los creyentes cristianos.


Y siguiendo con el tema de Lunga Almar y su relación con el imán, este último también pretende desterrar de la tribu una tremenda tradición pagana, muy arraigada en la tribu; se trata de la ablación femenina.
Porque cada vez que algún nativo de África proclama que la ablación femenina que se practica en su tribu de origen se hace por mandato del Islam, está haciendo gala de una ignorancia supina. Esta tradición es anterior al Islam. Ya se practicaba miles de años antes del nacimiento del Profeta. Y como dice el imán de mi libro, estoy seguro de que si Mahoma conociera la práctica de la ablación femenina, la prohibiría.
Es decir, que a la buena de Lunga Almar le falta el clítoris por culpa de una tradición misógina instalada en su tribu desde tiempos inmemoriables. Y a pesar de presentar tan solo unos 19 años, tiene una hija que está a punto de cumplir los 3 años, que es la edad en la que se realiza la ablación a las niñas. Y Lunga está de acuerdo en que la tradición continúe con su hija, porque está convencida de que sin lo no lo hace, su niña nunca se casará de adulta, y terminará muriendo de hambre.
Pero lo peor que le pasa a Lunga no es que esté mutilada. Lo peor es que está casada con un maltratador. Todas las noches, su marido vuelve borracho a la choza y, con cualquier pretexto, por muy insignificante que sea, le da una monumental paliza.
Así pues, a pesar de su alta estatura e imponente presencia física, Lunga Almar es, en principio, la mujer más débil e indefensa de las cuatro protagonistas de La estación de los condenados.
No obstante, su vida va a experimentar cambios radicales el día en que su tribu sea atacada por unos extraños monstruos misteriosos...

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