Ghost in the shell.

Ghost in the Shell es una de las principales influencias en El Observador, pues mi novela está protagonizada por un pirata informático similar al antagonista del manga original.


De ahí, que hacia el final de la novela, recurra a esta referencia para hacer comprender a uno de los personajes (y de paso, al lector) la asombrosa naturaleza de El Observador.
Dicho esto último, los seguidores de esta saga nipona que lean estas mis humildes líneas, ya sabrán de qué va mi novela.


De hecho, cuando tuve que hacer una presentación de El Observador como serie de televisión al final del curso de guión audiovisual, de donde salió esta criatura, tuve que recurrir al anime de Mamoru Oshi para que los oyentes de entonces entendieran qué pretendía hacer con esta posible futura serie de televisión. Así me ahorré media hora de cháchara que podría ser considerado como vago e insustancial. Y fue una buena idea optar por esta estrategia, porque incluso mis compañeros del cursillo, que me habían oído hablar del tema durante todo el curso, por fin comprendieron de qué iba mi proyecto. Las entendederas de mis examinadores quedaron tan satisfechas, que uno de ellos llegó a preguntarme si era buena idea basar una serie en una entelequia que carece de presencia física, contando luego lo del móvil rosa de la niña esa...
La influencia de este manga ha sido tan intensa en mi novela, que también incluí la presencia de Ghost in the Shell entre otras tantas referencias que salpican el texto, puestas para demostrar que los personajes de El Observador viven en el mundo real, y no en un extraño y cibernético mundo futurista.
Cuando empecé a escribir la novela, ya me había enterado de que Steven Spielberg había comprado los derechos para adaptar este manga a una película de imagen real. Y como las acciones relatadas en El Observador acontecen en futuro muy cercano, al mencionarse en la novela, uno de los personajes termina citándola como una producción de Spielberg.
Es decir, que los personajes de El Observador ya han visto esta película, que se estrenó unos meses después de la publicación de mi novela, lo que envuelve a mi obra en un cierto halo profético sellado por el registro de la propiedad intelectual. Aunque ahora, si volviera a escribir esta parte de mi novela, en vez de citarse la producción de Spielberg, más bien se diría la película de Scarlett Johansson.
De cualquier manera, estas coincidencias me vienen muy bien para promocionar El Observador.

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