La Selección Natural en las epidemias.

Desde que Darwin escribió El origen de las especies, ríos de tinta han corrido, ya sea divulgando la teoría de la evolución, criticándola, o deformándola para justificar la existencia de ciertas ideologías políticas o económicas.
Por este último motivo, antes de hablar cómo influye la Selección Natural en la dinámica de las epidemias, antes aclararé en qué consiste la teoría evolutiva de Darwin, para evitar malos entendidos e interpretaciones interesadas o convenientes.
En primer lugar, Darwin nunca habló de la supervivencia del más fuerte. En todo caso, sería la supervivencia del mejor adaptado. Lo voy a explicar con un ejemplo, muy familiar para los agricultores que alguna vez han tenido que enfrentarse con una plaga.
En estos casos, el agricultor suele utilizar un plaguicida para acabar con los bichos que amenazan su cosecha. Pero siempre llega una temporada en el que el agricultor tiene que utilizar un plaguicida nuevo, porque se enfrenta con una plaga que se ha hecho fuerte ante el veneno anterior.
Siempre me ha hecho gracia esta expresión; la plaga se ha hecho fuerte. Da la impresión de que estos bichos, ante el contacto con el veneno de siempre, toman la determinación de no intoxicarse y morir, simplemente, con el poder de su voluntad...
¡Claro que los bichos no pueden rechazar el efecto del tóxico en su organismo, solamente con pensarlo! Sería igual de absurdo que si un ser humano se beba una botella de lejía protegido tan solo por su poder de voluntad.
Lo que sucede, es que en la población original de la plaga, ya hay unos cuantos individuos que ya están inmunizados contra el viejo plaguicida. Son estos individuos los que sobreviven y, al contrario que los que han muerto, tienen oportunidad para reproducirse. Y al tener descendencia, pasan esta inmunidad al veneno a la siguiente generación. Así es como una plaga se vuelve fuerte. Y por esta razón, el agricultor tiene que usar un nuevo veneno para proteger sus cosechas. Se trata de una dinámica de carrera de armamentos, uno de los motores que hacen que la evolución progrese.
Pues bien, sucede algo parecido con las epidemias. En una población afectada por una enfermedad, también hay individuos inmunes, sobre todo si estamos hablando de un grupo que presenta una alta variabilidad génica. Y son estos individuos los que sobreviven y pasan la inmunidad a sus hijos.
¿Significa esto, que en la actual crisis sanitaria del Covid-19, hay que retirar el confinamiento de una vez por todas, y dejar que el virus hijop**a se pasee a sus anchas, para que adquiramos cuanto antes una inmunidad de rebaño?
Absolutamente, NO.
Porque el ser humano presenta una peculiaridad que le diferencia de los demás organismos vivos de la Tierra; se ha aislado de la Selección Natural. De hecho, si no fuera así, no estaríamos viviendo en sociedad, en civilizaciones medianamente avanzadas. Y si creen que estar aislado de la Selección Natural va en contra de la naturaleza, les animo que se lo digan a personas que están vivas gracias a un tratamiento médico, o a una operación quirúrgica; ya verán como enseguida les mandan al cuerno.
Pero volviendo al tema del Covid-19, ¿cómo nos aislamos de la Selección Natural? Porque no hay un tratamiento efectivo contra este patógeno. Ni siquiera hay una vacuna.
Tres palabras, ya conocidas por todos; contención, confinamiento y erradicación. La contención llegó tarde y mal, por lo que ahora estamos todos confinados, para evitar el colapso de los hospitales. Y la fase de erradicación llegará con la vacuna y su distribución. Sin embargo, si este patógeno no tiene adonde ir, es muy probable que la enfermedad ya haya desaparecido en poblaciones aisladas. (Ya llevamos más de cuarenta días de cuarentena, y teniendo en cuenta los tiempos de incubación y de recuperación del Covid-19, hay muchas posibilidades de que haya más de un individuo que ya esté inmunizado sin saberlo). Pero esto no significaría que hay que bajar la guardia y dejar a un lado las consabidas mediadas de protección. Habrá que seguir teletrabajando, lavándose las manos, cubriendo las vías respiratorias... Los hospitales pueden volver a colapsarse ante el menor repunte.
Por otra parte, la Selección Natural en las epidemias, no solamente afecta a los individuos que enferman, sino también al propio patógeno. Recordemos que el Covid-19 está producido por un virus. Y recordemos también que los virus son parásitos obligados, que si no infectan una célula, no se reproducen.
Y ahora recordemos el ejemplo del plaguicida, que describí unas líneas más arriba. El patógeno del Covid-19 está interesado en reproducirse. De hecho, es lo único que hace, aunque lo hace mal. Así que al virus hijop**a no le interesa que la célula infectada se muera. O en otras palabras, que no le viene bien que los enfermos fallezcan. Por lo tanto, cuando surjan, mutación mediante, individuos de patógeno que son capaces de infectar pero sin provocar enfermedad ni muerte, la Selección Natural les será favorable. Serán estos individuos virales (ya no patógenos), los que se podrán reproducir, sin correr el riesgo de quedarse sin células que infectar por defunción, o sin ser atacados por el sistema inmunológico del organismo parasitado.
Es decir, que mientras los bichos de la plaga se vuelven fuertes, de la misma manera, los virus pierden virulencia.
Y así es como las epidemias desaparecen de manera natural.

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