Un país de cojos.

Algunos de mis lectores se preguntan cuáles son mis ideas políticas. Y la respuesta a esta cuestión es muy sencilla; carezco de ellas. ¿Y por qué no me quiero meter en política? Pues porque no quiero estar cojo.
Porque han de saber que España es un país de cojos; unos cojean con la izquierda, y otros cojean con la derecha.
En un primer momento, lo más lógico sería ser un cojo de la izquierda. Porque los que cojean con la izquierda son progresistas que quieren hacer muchas cosas buenas para la sociedad. Quieren que haya seguridad social para todos, quieren proteger los derechos de los trabajadores, quieren acabar con las desigualdades sociales, quieren, quieren, quieren... Pero por alguna extraña razón, los que cojean con la izquierda no son capaces de conseguir todo lo que quieren, bien sea porque existen poderes fácticos que lo impiden (lease económicos-empresariales), o porque no son impermeables a la corrupción. En otras palabras, que los que cojean con la izquierda, son un quiero, pero no puedo.
Así que la otra opción que queda es la de ser un cojo de la derecha. Porque los que cojean con la derecha son guardianes de las tradiciones y de la moral que pueden hacer cosas buenas para la sociedad. Pueden reforzar la red viaria, pueden construir hospitales privados, pueden financiar diversos proyectos, pueden, pueden, pueden... Pero por alguna extraña razón, cuando la sociedad necesita de verdad a los poderosos cojos de la derecha, se encuentran conque le hacen oídos sordos. Y seguramente, es porque están respaldados por esos poderes fácticos (económicos-empresariales) que mencioné en el párrafo anterior, ni tampoco son impermeables a la corrupción. O en otras palabras, que los que cojean con la derecha, son un puedo, pero no quiero.
Y ustedes me dirán que me queda una tercera opción, que puedo meterme en política por el centro. Sí, quizá sea una buena idea, porque puede que ése sea el problema de este país; que los políticos se pelean con la izquierda, se pelean con la derecha, y lo del centro está criando telarañas porque no se usa para nada. Ser de centro, ser un quiero y puedo, y así, estar bien de las dos piernas.
Pero aquí vuelven a actuar los dichosos poderes fácticos, esos que parecen gobernar sobre todos nosotros, cuando nadie sabe quiénes son, y cuando nadie les ha votado y elegido como líderes. Nos encontramos conque no hay políticos fuertes que quieran ocupar el centro, y los que sí se atreven, carecen de poder electoral para hacerse notar. En otras palabras, que los del centro, en vez de ser un quiero y puedo, en realidad son un no quiero ni puedo. O lo que es lo mismo, que cojean con las dos piernas.


Entonces, ¿cómo termino por definirme? Pues como un friki, alguien que se apoya en el conocimiento científico para mejorar y sustentar su sociedad, y que repudia cualquier tipo de paradigma perjudicial en torno a las ideologías políticas. Porque no todos los que cojean con la izquierda son unos ilusos quema-iglesias. Ni todos los que cojean con la derecha con unos franquistas nostálgicos. Ni todos los de centro son unos completos inútiles. Quiero acabar con todos estos prejuicios. De hecho, si leen alguna de mis novelas, observarán que estoy obsesionado con los malditos prejuicios, que nos hacen tomar decisiones erróneas.
Por cierto, la imagen que acompaña estas líneas es la portada de Predator, guerra fratricida, un relato que subí a wattpad y que se puede leer gratis. Más de un lector me está comentando que es una de las mejores historias de predator que se han subido, mejor incluso que las últimas películas que se han estrenado sobre este personaje.

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