El Observador.

En esta entrada, hablaré de mi segundo libro publicado en formato de papel. Se trata de El Observador, una novela negra tecnológica, que cuenta las obras de un poderoso pirata informático de carácter bienhechor.


Esta novela arranca con la siguiente escena, la de la ilustración de abajo. Una mujer, normal y corriente, descubre que está siendo acechada por un violador reincidente gracias a los mensajes de texto que fueron enviados a su teléfono móvil.


Con esta inquietante escena de la típica dama en apuros, arranca la trama de El Observador. El intento de violación termina en homicidio y es, entonces, cuando entra en escena Francisco Sambenito, un detective de homicidios que se hace cargo del caso, hasta que, en cuestión de minutos, aparecen unas furgonetas negras. El nuevo equipo, que le quita el caso a Sambenito, está liderado por un agente del CNI, Juan Barros, que parece estar más interesado en la identidad del delator cibernético, que en el crimen de sangre cometido.
A raíz de este encontronazo, el detective Sambenito, que además es una de las pocas personas que quedan que desconocen los temas relacionados con Internet y sus complicaciones, toma conciencia de la existencia de El Observador. Empieza a investigar y no tarda en descubrir que la mujer que estuvo a punto de ser violada, no es la única persona que fue ayudada por un misterioso pirata informático, apodado en las redes hispánicas con el sobrenombre de El Observador.
Estamos, pues, ante una novela que me resultó muy difícil de escribir, porque el protagonista, El Observador del título, carece de presencia física hasta el final de la historia. Por esta razón, el relato esta plagado por un variopinto reparto coral, cuyos personajes, en principio, no tienen nada que ver entre ellos, pero sus vidas, tarde o temprano, son tocadas por El Observador.
Así pues, en paralelo con la trama arco de la competencia que surge entre Sambenito y Barros por encontrar y atrapar cuanto antes a este pirata informático, se suma la trama arco de una familia mezclada. El cabeza de familia es un buen hombre, avergonzado por su pasado como maltratador de género. Su hermano, un eterno parado, es el típico españolito bajo, fondón y medio calvo, que en realidad está trabajando para Barros. La madre de esta familia es una mujer que acaba de empezar su carrera docente en una escuela de primaria, pero guarda otro vergonzoso secreto de su pasado; antes era una dama de compañía de lujo, de donde salieron sus tres hijos, frutos de distintos encuentros sexuales. La hermana mayor es una niña pija y superficial, enamorada del capitán de baloncesto de su instituto de secundaria, y que sufre el violento acoso de una niña mucho más pija y superficial que ella. El hijo mediano es el típico friki delgaducho y con gafas, que se pasa la novela intentando llamar la atención de una chica que le gusta, siguiendo los consejos de una artista erótica cosplayer, su única amiga. Y por último, pero no por ello menos importante, la niña pequeña, que tiene como mejor amigo a un videojugador que se hace llamar EO, y que la anima a construir una extraña máquina en el sótano de su casa...
Pero además de estas tramas, hay otras que se corresponden con cada capítulo. Así que puedo afirmar, y afirmo, que El Observador es una novela compuesta por otras novelas más pequeñas.
Así pues, tenemos a un ermitaño de Internet que es alertado por El Observador sobre su vecino, el más amable de todo el barrio. El tipo que vive al lado es en realidad un peligroso asesino en serie, un psicópata de libro, que aparenta ser normal, educado y encantador, pero capaz de cometer los más horribles crímenes.
También se narra la investigación de un sacerdote católico acusado de ser pederasta. Empujado (o guiado) por El Observador, el detective Sambenito interviene en el caso para descubrir el secreto del monaguillo.
En otro capítulo, un respetable hombre de negocios es detenido en su casa, delante de su hijo adolescente, acusado de ser un peligroso narcotraficante. De hecho, amparado por el anonimato, fue el propio El Observador el que presentó las pruebas incriminatorias. No obstante, la detención del respetable empresario se tuerce. El hijo adolescente, movido por la fuerza de su juventud, sufre un arrebato de ira, forcejea con los dos detectives de narcóticos, logra apoderarse de una de sus pistolas y los mata a tiros. Se inicia entonces una angustiosa situación de rehenes. El hijo se encierra con su padre, y otros individuos que tomó como prisioneros, en una sofisticada habitación del pánico. Los GEO no tardan en entrar en acción, sitiando la mansión del narcotraficante prisionero. El Observador, con la intención de evitar más muertes innecesarias, se ve obligado a actuar, lo que termina por enfrentar, por segunda vez, a Sambenito con Barros.
En el siguiente episodio, El Observador ayuda, gracias a Sambenito, a un detective privado a descubrir que el inválido al que está vigilando es, en realidad, un pícaro que pretende estafar a su aseguradora. No obstante, será la tercera vez que Barros se encuentre con Sambenito.
La siguiente historia arranca cuando un acaudalado banquero descubre que las cuentas secretas de sus clientes más peligrosos (narcotraficantes, esclavistas, traficantes de armas y demás escoria humana), fueron vaciadas por alguien que usurpó su identidad, para repartir todo ese efectivo a varias ONG y otras organizaciones benéficas sin ánimo de lucro. Preso por la desesperación, y por la certeza de que sus ilustres clientes van a tomar represalias por este robo, el banquero se suicida de un tiro en la sien. Entonces llega Sambenito, que se hace cargo del caso de un evidente acto de suicido. Pero cuando vuelve a la comisaría, descubre que el banquero no fue el único al que han robado. Esa misma mañana, en cuestión de unas pocas horas, alguien, probablemente un equipo de piratas informáticos, había robado las cuentas secretas de organizaciones criminales, para luego repartir el botín entre todas las ONG que han demostrado presentar, a lo largo de su actividad de la última década, un comportamiento honestamente altruista. Sambenito no tarda en sospechar de que este robo a lo Robin Hood fue cosa de El Observador, que había conseguido cambiar el mundo para mejor.
A partir de aquí, los capítulos se suceden, siendo el nuevo la continuación del anterior. El Observador intenta, por todos los medios de los que dispone, impedir el suicidio colectivo de una secta destructiva, cuyo líder había tomado la última gran hazaña de El Observador como una señal de que se acercaba el Final de los Días.
En el siguiente episodio, un hombre que no conoce mujer entra en un burdel, porque le aterroriza la idea de llegar virgen a los cuarenta. Cuando está a punto de consumar el primer acto sexual de su vida con una colegiala oriental y sumisa, recibe un inquietante mensaje de texto a través de su teléfono móvil; estaba a punto de acostarse con una esclava sexual menor de edad. Obviamente, fue El Observador el que envió esta nueva advertencia, lo que termina por provocar una multitudinaria lucha en la sala principal del local, cuya violencia y espectacularidad están a la altura de las típicas peleas que aparecen en los viejos westerns.
Ya acercándonos al final, nos encontramos con el relato del mayor acto terrorista de todo el planeta, y de toda la historia de la humanidad. Unos peligrosos terroristas, de corte islamista, ayudados por un informático que antes trabajaba para una empresa que programaba drones militares, se hacen con el control de estos aparatos en varias bases militares repartidas por medio mundo. Se produce entonces un brutal acto de terrorismo global. En cuestión de minutos, en todo el planeta, la Casa Blanca, el Kremlin, la Moncloa y otros edificios gubernamentales de todo el globo, son bombardeados por los pirateados drones militares. El Observador interviene y consigue detener todos los ataques terroristas, casi al mismo tiempo. Pero al hacerlo, descubre su existencia ante el gran público, pues hasta entonces, solamente los conspiranoicos y los investigadores especializados conocían su existencia.
Lo que nos lleva al penúltimo capítulo, que es recopilatorio, porque soy consciente de que el lector se puede perder entre tantos datos, sucesos y nombres. Se trata de un programa de televisión de sobremesa, Toda la tarde, en el que el presentador y los tertulianos analizan lo sucedido con el atentado terrorista, lo que les lleva a desvelar la existencia de El Observador y de todas sus buenas obras, al menos, las realizadas en España. Y es en este programa, en donde uno de los tertulianos, el único de la mesa que posee una sólida formación científica, realiza el descubrimiento definitivo en directo, sobre la verdadera identidad de El Observador.
Y por cierto, justo después, aparece el Rey de España...
Y hasta aquí puedo leer. Y ya saben, si les gustan los relatos de misterio, con crímenes e impactantes giros finales, esta novela les va a encantar; El Observador, de Eugenio Piñeiro Mejuto, y publicado por Ediciones Atlantis. Lo pueden conseguir en los siguientes enlaces.

https://www.edicionesatlantis.com/libro/el-observador/

https://www.casadellibro.com/libro-el-observador/9788494649769/4911650

https://www.amazon.es/El-Observador-Eugenio-Pi%C3%B1eiro-Mejuto/dp/8494649760

https://www.libreriaboticadelectores.es/es/libro/observador-el_M630060120

Finalizo esta entrada con Am I not human?, un tema de Two Steps From Hell. La pongo, porque originalmente, El Observador había sido concebido como serie de televisión en un curso de guion audiovisual que hice en el 2012, y todavía fantaseo con la idea de que algún productor desempolve la biblia homónima que dejé en la instalación de Voz de A Coruña. Esta canción sería perfecta para ser su tema de cabecera y títulos de crédito iniciales. Y además, el título da una pista sobre la verdadera identidad de El Observador.

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