¿Por qué en España la ciencia ficción tiene que ser seria?

Busco nuevos lectores para mis obras. Por este motivo, también hago visitas a la Expotaku de A Coruña. De hecho, ya me he cultivado un renombre como el tipo de la 3DS negra que hace fotos a los cosplayers que pululan por el recinto. Y estoy aprovechando que me están reconociendo para repartir tarjetas de visita e identificarme como escritor.

Asimismo, también me he presentado a cierto editor que vende sus libros en el evento, con la intención de venderle algunas de mis obras sin publicar. Os recuerdo que ya he publicado seis libros, cinco bajo el paraguas de Ediciones Atlantis, y uno con Editorial Amarante, de los cuales, hablo más abajo. Y como estoy intentado diversificar, hablé con el mencionado editor de la Expotaku y me pidió que le mandara a su e-mail personal alguna de mis obras sin publicar, para ver si se animaba a publicarla.

Lo cierto es que, últimamente, me lleva mucho más tiempo encontrar una editorial nueva con quien publicar, que escribir una nueva novela. De hecho, creo que concebiría más obras si no tuviera que estar pendiente de buscar nuevas editoriales y nuevos lectores. Así que no me sintió demasiado bien tener que haber esperado todo un año para oír el veredicto del susodicho editor. Tardó tanto en contestar, que me animé a enviarle una historia de más. Y era porque el tipo quería decírmelo en persona, así que aguardó a su siguiente visita a la Expotaku para hablar conmigo cara a cara.




He de confesar que su veredicto me dejó totalmente desarmado, porque era la primera vez que oía semejante crítica sobre una de mis obras. Básicamente, me dijo que había puesto demasiadas situaciones cómicas en mi historia, que era demasiado gracioso. Y que no me lo quería publicar por ser demasiado gracioso, porque en España, los editores que se dedican a publicar obras de ciencia ficción piensan que este género tiene que ser muy serio, sin tantas situaciones cómicas.

Quedé tan descolocado, que no le contesté en el acto. Me obligué a dar una vuelta por el recinto para analizar y asimilar la información proporcionada. Porque no esperaba que alguien me dijera que soy demasiado gracioso, a mí, a una persona que apenas sonríe, que solamente lo hago cuando veo algo que me hace reír. También repasé qué tipo de historia le había mandado.




Cuando escribo una nueva novela, básicamente, intento elaborar algo nuevo y diferente, que se aleje de mis demás obras. Intento que el nuevo e intrépido lector, que se atreva a enfrentarse a mis historias, tenga dónde elegir. En esta ocasión, se trataba de un relato sobre una invasión alienígena, que intenté que estuviera dirigida a un público joven o infantil (me lo piden mucho), pero que terminó convirtiéndose en una alegato contra el fenómeno de los niños soldados. La niña protagonista tiene 12 años, y llevaba sus últimos años encerrada en un búnker por culpa de una invasión alienígena. Cuando por fin sale del refugio y se enfrenta al mundo exterior, se ve obligada a tomar decisiones drásticas. Incluso llega a cometer un crimen terrible. Es un relato tan tenso, que he tenido que añadir situaciones cómicas, simplemente, para que el lector no se quedara tan asfixiado. De hecho, es una historia tan cruda, que creía que no rea publicable, precisamente, porque la niña protagonista comete ese crimen imperdonable... Pero no porque la historia sea demasiado graciosa.

Así que, después de recapacitarlo, volví junto al editor, y le pregunté por la segunda historia que le envíe. Pero no se acordaba de ella, así que hemos quedado para su siguiente visita a la Expotaku para que me hable de mis obras. También le di los dos títulos de las novelas que le he mandado, para asegurarme, yo, que estaba hablando de mis obras, porque no me parecen que sean tan graciosas como él afirmaba.

Por consiguiente, me quedé los siguientes meses con la mosca detrás de la oreja. ¿Cómo es posible que mis novelas sean demasiado graciosas? Es más, ¿es posible ser demasiado gracioso? ¿De verdad que ese editor estaba hablando de mi invasión alienígena? ¿Habrá creído que era una parodia de La Quinta Ola? También me llegó a insinuar que el alienígena del final era demasiado ridículo. ¿Sería porque se parecía demasiado a ciertas divinidades de la Antigüedad?

El asunto de mi ignoto exceso de comicidad de comicidad quedó aclarado cuando he sido contratado por Terra Ignota para publicar mi nueva novela, titulada ¡¡¡Nóoo!!!. Porque en el mensaje que me enviaron, en que decían que querían publicar mi historia, declararon que les pareció muy gracioso, y que ellos iban a contracorriente, que en Terra Ignota no creían que la ciencia ficción tiene que ser tan seria.

¡¡¡Nóoo!!! es el relato de una náufraga espacial que tiene que enfrentarse a situaciones intensas, incluyendo el descubrimiento de que ella misma es un producto de ingeniería genética diseñado para ejercer la prostitución. Obviamente, es una historia que necesita sus desahogos cómicos, para evitar que el lector se asfixie con tantas situaciones peligrosas u opresivas.  Y confieso que he añadido un chiste al final del segundo acto, un gag visual que aparece en una película de Jacky Chan (puedo decirlo, porque seguro que sifu Chan lo habrá sacado de una de Charles Chaplin, Harold Lloyd o Buster Keaton). Lo hice porque encontraba soporífero la lectura de las anteriores páginas, donde todo era politiqueo interestelar, tan tedioso como inútil. Así que si leen ¡¡¡Nóoo!!! y, de repente, se parten de risa, enhorabuena, porque ello significa que han estado atentos al mencionado politiqueo.

Concluyendo, que gracias a todo lo descrito, he descubierto, primero, que soy un autor cómico. Y segundo, por qué no consigo publicar para las grandes editoriales de España. Y no es porque me haya pasado con la violencia, o porque mis historias sean demasiado picantes, o porque mis escritos estén plagados de malditas erratas... ¡Es porque son demasiado graciosos!

Es decir, no querían publicar El Heraldo del Caos por la violencia durante las sucesivas batallas, sino porque se repite demasiadas veces la típica escena que aparece en todos los mangas japoneses, ya saben, la de chico sorprende a chica en el cuarto de baño. Con El Observador, no es por la  cruenta violencia de determinadas escenas, sino por la comicidad de sus situaciones familiares. Con La Odisea de Tashiko, no es porque la protagonista haya pasado quince años de su viaje ejerciendo voluntariamente la prostitución, ni la escena de porno de tentáculos del final; es porque su robot doméstico es demasiado gracioso. Con La colonia infernal, no tiene nada que ver el gore y el terror existencial que se respira en esta novela; es por los pequeños chascarrillos cómicos. Con La estación de los condenados, no ha sido por el secuestro masivo de unos monstruos de ojos rojos, ni porque tengo que mencionar la palabra clítoris para poder hablar en contra de la ablación femenina; es por las situaciones cómicas que surgen entre sus protagonistas. Y en Ironwild, no es por porque esté protagonizada por una pareja de lesbianas; es por la reacción exageradamente homófoba que manifiesta una de ellas cuando descubre que el amor de su vida es otra mujer.

En resumen, que he descubierto que soy un autor cómico, y el porqué de que no consigo trabajar para las grandes editoriales de España. Y no tiene nada que ver con que la Ciencia Ficción sea un género marginal en este país, o porque yo sea un escritor mediocre o muy poco conocido. ¡Es porque soy demasiado gracioso!

Pero insisto. ¿Realmente se puede ser demasiado gracioso? ¿O por qué la ciencia ficción tiene que ser tan seria? Yo escribo con la intención de entretener y, una vez que el lector está entretenido, es entonces cuando infiltro píldoras informativas científico-técnicas, para que la historia avance y el lector aprenda, sin darse cuenta, conceptos científicos que creo que todo el mundo debería conocer. Así que si no puedo usar el humor como arma para atraer a nuevos lectores a este género, ¿qué hago entonces? ¿De verdad que la ciencia ficción tiene que ser seria? No sé, ¿a ustedes qué les parece?

Comentarios

  1. Es el problema de las editoriales clásicas que publican en papel. Estamos en una fase de reconversion editorial en donde las ventas en papel de autores emergentes, que no son estrellas consagradas, ha declinado debido a la prevalencia de publicaciones electrónicas, la gran cantidad de oferta de escritores noveles y sobre todo por al retracción de lectores propios de este periodo porque los lectores clasicos han disminuido y los nuevos tienen gustos diferentes y las publicaciones clasicas no los satisfacen. Es por eso que apuestan a lo "clasico". No arriesgan a publicar porque la posibilidad de no cubrir costos es alta. En lo poco que he publicado en EEUU, puedo decirte que allí la mentalidad es más abierta y el humor con la scifi se ve con menos pacateria que en el mercado de habla hispana.

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