Parcheando la censura.

Estoy en las redes sociales para conseguir nuevos lectores para mis libros. ¡Quiero nuevos lectores! Ya lo he dicho antes y lo repito. Es el único motivo por el que tengo presencia en las redes sociales. Lo digo ahora, para que quede bien claro desde el principio.



Ahora bien, no tengo ni idea de qué hay que hacer para atraer la atención de la gente y conseguir nuevos lectores. Así que he usado el método de la escuela Braille; es decir, voy dando palos de ciego hasta que consigo alguna que otra reacción. Reacción que debería traducirse en una venta más de uno de mis libros, pero esto es material para otra entrada, y lo trataré con más profundidad en una futura ocasión.

A lo que vengo, que para conseguir nuevos lectores, estoy leyendo obras de otros autores, con la finalidad de que algún día me correspondan, comentando alguno de mis libros. Además, no veo por qué no puedo compartir lectores con otros autores afines a mi obra. Pero he de confesar que, a día de hoy, apenas he conseguido el efecto deseado. Si alguien ha leído uno de mis libros, no lo dice, no lo manifiesta o no se acuerda (si es que lo ha leído). No obstante, sigo insistiendo con esta estrategia del hoy por ti, mañana por mí, pues me consta que lo único que me hace falta para vender un bestseller es estar rodeado de la gente apropiada, gente que todavía estoy buscando reseñando las obras que he leído.

Mis reseñas son ilustradas-musicales, porque se me da bien dibujar, y me niego a cerrar del todo esta salida profesional. Si ustedes se dan una vuelta por este mi humilde blog, hallarán buenas muestras de mi arte en cada entrada, ilustrada con uno de mis dibujos y ambientada con un videoclip musical de Youtube.

No obstante, lo peor de esta experiencia no es los frustrante que me resulta que los picos de las estadísticas de mis páginas vistas no se traduzcan a ventas equitativas de mis libros. Últimamente, he estado teniendo problemas con cierta red social, porque se me censuran ciertas entradas por culpa de mis ilustraciones. Que por cierto, cada vez que comparto una entrada, no tengo control de cómo quedará enmarcada el dibujo de turno y, a veces, el ordenador me traiciona y me pone una imagen que no se corresponde con la reseña compartida.

También entiendo que, últimamente, las redes sociales han tenido que reforzar sus códigos de moralidad, que regulan las publicaciones de los usuarios. Estoy plenamente de acuerdo con esta nueva ética, que quede bien claro. Pero estoy encontrando que, a veces, la IA encargada de esta tarea, o el supervisor humano de turno, muestra tener una mirada muy sucia con ciertos temas.



Sería el caso de esta ilustración que realicé para la novela Lapislázuli, o regreso das superguerreiras, escrito por Alba Rozas y publicada por Boadicea editora. La idea era mostrar a las protagonistas en plena acción, en plena batalla contra los robots antagonistas, usando cada una sus superpoderes mágicos. Pues bien, unas semanas después de haber publicado esta reseña, compartiéndola en varios grupos, me llegó un mensaje de la mencionada red, advirtiéndome que la IA había detectado que este contenido (supongo que se refería a la imagen, y no a la entrada) era demasiado violento y humillante, y que por ello lo habían trasladado más abajo para que no fuese tan vista. Claro está que protesté, y los operadores humanos me dieron la razón. Asimismo, cuando les pregunté a los de Boadicea por este incidente, también se asombraron de que esta imagen haya sido considerada demasiado violenta o humillante. Al parecer, cuando la IA había detectado a cinco magas dando una paliza a un ejército de robots con sus poderes mágicos, debió de sentirse humillada; porque si no es así, no entiendo por qué tomó esta decisión.



A veces, además de reseñas, también hago dibujos porque sí, aunque sea para no perder las habilidades de dibujante. Es el caso de esta ilustración, que hice porque deseaba ver a estas ocho mujeres Shirow en plena acción. Pero no busquen este dibujo en las redes sociales, porque ha sido censurado, retirado del todo. Y,  en esta ocasión, no ha sido por la violencia, sino por las mamas al aire. Da igual que haya reproducido fielmente a estas ocho féminas dibujadas originalmente en su día por el maestro Masamune Shirow. Ha sido prohibida en el acto. Al parecer, los hombres si pueden aparecer sin camiseta, pero las mujeres no, a no ser que tengan enganchadas a una de sus glándulas un bebé lactante.

Pero en este caso, ni siquiera protesté. Como ya dije más arriba, estoy de acuerdo con la nueva ética imperante en las redes sociales. Además, hice este dibujo para presumir de técnica, subiéndome a los hombros del gigante Shirow, no para promocionar la obra de un tercer autor. Así que me limité a colgar esta ilustración en el fondo del perfil de otra de mis redes sociales. Donde, por cierto, he podido encuadrarla, para evitar la exposición de las dichosas mamas y conjurar así la posibilidad de sufrir futuros disgustos.



No obstante, al parecer no aprendí bien la lección. Sucedió hace poco, con la malograda ilustración de la novela Cofradía de Asesinos, escrita por Ángel Torres Quesada y publicada por Alberto Santos. Antes de nada, he de aclarar que estoy a punto de publicar un nuevo libro, y quería quitarme la redacción de esta reseña cuanto antes. Por esta razón, dibujé esta ilustración con prisas, al mismo tiempo que realicé el lienzo correspondiente al libro de Carlos Callón, Vidas e Historias LGTB da Idade Media. El resultado es el que pueden ver arriba de este mismo párrafo. Me propuse dibujar a las mujeres que aparecen en este libro, tal como se describen en él. Debido a la experiencia vivida con mi concepción de las cybergirls de Shirow, no me atreví a dibujar a la pelirroja con las mamas al aire, tal como aparece en el libro, aunque sí quería mostrar su tatuaje de fertilidad proyectado sobre su esternón. Así que las tapé con una especie de sujetador futurista. Pero sí me atreví a dibujar a la oficial morena armada y sin pantalones (En el libro, se los tuvo que quitar porque hacía calor. Era eso, o imitar a sus compañeros masculinos de aventura, que se quedaron sin camiseta). Y encima, como ya he dicho, hice el dibujo con prisas. Así que no advertí lo desafortunado de la composición hasta que ya estaba pintado, una composición que daba a entender que estas dos mujeres, a pesar de que no llegan a coincidir en ningún momento, están liadas en una especie de un apareamiento lésbico, con los deditos del cigarrillo de una justo por encima de la ropa interior de la otra...

Pero decidí publicarlo de todas maneras. Porque no es más que un dibujo hecho con acuarelas. ¿Qué podría salir mal?

Pues sí, algo pasó. Porque, al día siguiente de publicar la reseña de la cofradía, me encuentro con la desagradable sorpresa de que ha sido borrado de uno de los grupos en que lo compartí, por los mismos motivos que eliminaron la ilustración de las mujeres Shirow.

Pero en esta ocasión, protesté, porque se trataba de dar a conocer al público la obra de un autor que ha hecho historia en la literatura española de ciencia ficción. Sin embargo, la censura se mantuvo. Al parecer, la malinterpretación generada por está composición tan mal afortunada, ha sido demasiada explícita. Es esto, o soy tan mal dibujante, que creyeron que las mamas de la pelirroja sí están del todo al descubierto, mostrando unos pezones anormalmente grandes...

No obstante, no podía dejarlo pasar. Así que pensé, ¿qué habría hecho Goya ante esta situación? Cuando él pintó La maja desnuda, tuvo que hacer La maja vestida. Y es más, ¿qué habría hecho Francisco Ibáñez ante semejante escenario? ¡Pues poner un parche!



Es decir, que en vez de volver a rehacer toda la ilustración, decidí parchearlo con el dibujo que aparece al principio de esta entrada. Calqué a mano la zona a tapar, y volví a dibujar ambas mujeres, una con vestido y la otra con pantalones, y la de atrás la aparté a un lado, para evitar equívocos malintencionados. Luego hice una fotocopia a color de ambos dibujos, y recorté el parche para pegarlo en su sitio, tal como aparece en la ilustración que hay encima de este párrafo.

Porque considero que es importante que la gente conozca la obra de Ángel Torres Quesada. Así que, si me vuelven a censurar la reseña de la cofradía, pondré en su lugar esta ilustración. Y tendré que usar el dibujo con el correspondiente enlace, porque, si vuelvo a compartir la dichosa entrada, aparece publicada con la ilustración antigua, no la actual, decente, corregida y parcheada.

Ah, y por cierto. Quiero recordarlo y que no se me olvide. Estoy en las redes sociales para encontrar nuevos lectores. ¡Quiero nuevos lectores! Así que en breve voy a dejar de escribir reseñas para hablar de mi nuevo libro. Pero, visto lo visto, todavía no me atrevo a compartir información sobre mi nuevo libro, porque, a falta de la portada diseñada por la editorial, solamente tengo esta ilustración propia, que no sé si será censurada si llego a publicarla directamente en las redes sociales.



Ya hablaré de mi libro más adelante. Hasta entonces, que la fuerza os acompañe, larga vida y prosperidad y Klaatu Barada Nikto.


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