Reseña "Gastrulación".

El último ser humano relata en su testamento cómo acabó la civilización humana. Es lo que cuenta Pablo Pesado en su libro Gastrulación, publicado por Boadicea editora. Se trata de un cuento de ciencia ficción dura que hará las delicias de los incondicionales del género, pero que es especialmente recomendable para profanos en el campo de la embriología y de la filogenia. Es una historia con una clara moraleja; declarar la guerra a la naturaleza puede causar la extinción de la humanidad. Pero no adelantemos acontecimientos y, como diría Jack el Destripador, vayamos por partes.

El libro está escrito en primera persona y en pasado, narrado por una autora anónima que malvive en el 2205. Pero, para entender bien lo que nos quiere contar, empieza remitiéndonos al siglo XVIII, a la primera clasificación de seres vivos confeccionada por Linneo. A partir de aquí, se citan varios trabajos científicos en el campo de la embriología, en donde se nota que Pesado ha hecho un riguroso trabajo de bibliografía científica de los siglos XIX y XX, con la finalidad de asentar las bases de esta historia de ciencia ficción. Su exposición se centra en el proceso de gastrulación, que es una flexión que realizan los embriones tempranos de los animales bilaterales para generar un esbozo del futuro tubo digestivo. Ahora bien, al terminar la gastrulación, el embrión presenta un único orificio, un blastoporo, que dará lugar a la boca en animales protóstomos, y al ano en animales deutoróstomos. Teniendo en cuenta que los animales bilaterales se caracterizan por tener un tubo digestivo con boca y ano, el ano de los protóstomos se formará a posteriori, y lo mismo sucede con la boca de los deutoróstomos. Puede que para al humano medio este conocimiento se considere como un galimatías pedante, que solo es útil para científicos, eruditos y médicos. Pero según cual sea el destino inicial del blastoporo, dará lugar a un diseño radicalmente diferente del futuro organismo. Así pues, los protóstomos terminan desarrollando el esqueleto por fuera del cuerpo, dando lugar, entre otros, a los artrópodos. Mientras tanto, los deutoróstomos desarrollan un esqueleto interno, originando a los cordados, en donde se incluyen a los vertebrados y, por lo tanto, a la especie humana. Y tanto Pesado como la autora anónima, terminan esta primera parte del libro advirtiendo que la división entre protóstomos y deutoróstomos es uno de los misterios sin resolver del estudio de la evolución biológica. ¿Cómo se separaron ambas filogenias a partir de un antecesor común? ¿Cuál fue el proceso evolutivo? Son preguntas a las que se intenta contestar en este libro.

Esta primera parte es el principal motivo por el que recomiendo la lectura de este libro, a pesar de que sus párrafos son más propios de un libro universitario de texto. Porque estoy a favor de la democratización del conocimiento científico, y encuentro que este libro es apropiado para iniciar en embriología a profanos en la materia, en donde se habla de la correlación entre ontogenia y filogenia, o incluso se menciona a los genes homebox. Ahora bien, quizá Pesado podría haber presumido de conocimientos, hablando de la formación del celoma, o de la diversidad genética, o de la radiación adaptativa. Pero para comprender lo que la autora anónima nos irá contando en las siguientes partes, ya vale con que el lector sepa qué es la gastrulación y las diferencias existentes entre protóstomos y deutoróstomos.

En la segunda parte del libro ya nos adentramos en territorio desconocido, en el campo de la ciencia ficción. La autora anónima nos traslada a mediados del siglo XXI, una época histórica para ella, para explicar el germen de una futura religión. A raíz de una mala praxis con un innovador fármaco cosmético, es activado un receptor celular durmiente que presentamos todos los seres humanos y, como se verá más adelante, lo tienen todos los deutoróstomos. Como consecuencia de esta activación, millones de humanos, que se aplicaron mal este fármaco, entraron en coma durante varios meses, sufriendo una serie de cambios físicos que, en un principio, fueron atribuidos a un efecto secundario del fármaco o a la propia convalecencia comatosa. Cuando despertaron, muchos de ellos no volvieron a hablar (¿mudos por el asombro?), pero unos pocos empezaron a expresarse, narrando lo que habían experimentado en su sueño comatoso. Pero era una letanía desestructurada, aparentemente caótica, sin principio ni fin. La autora anónima cuenta que tuvieron que transcurrir varios años de análisis de los textos resultantes, de investigaciones científicas y de experimentos de dudosa buena ética, para llegar a una asombrosa conclusión; estos despertados estaban contando un relato primordial de la Historia Natural de la Tierra que, además de corresponderse con lo que ya se conoce del registro fósil, también rellena los huecos en el mencionado registro fósil y en la filogenia de la fauna de nuestro planeta. En concreto, se habla del Urdeuterostomo, el antepasado común de todos los deutoróstomos, y del Urprotóstomo, el antecesor de todos los protóstomos. Y lo que es más inquietante, la existencia de un guerra entre deutoróstomos y protóstomos, que se lleva desarrollando durante cientos de millones de años.

Es en esta parte cuando se empieza a ponerme los pelos de punta, empezando por lo sucedido con estos profetas comatosos, y terminando con las conclusiones tomadas por la letanía de las distintitas series de Profetas. Básicamente, se ha tomado por cierto lo que dicen los despertados al pie de la letra, hablando de guerra o clasificando al Urportóstomo como enemigo. Me recuerda a esa expresión que siempre me hace gracia, que dice; el gusano de seda se encierra en un capullo, en donde sufre la metamorfosis para ser una mariposa. Porque cada vez que oigo esta frase, me pregunto; ¿y le duele mucho? En este punto de la lectura, ya veo que se masca la tragedia y ya adivino cómo va a acabar esta historia, que no se escribiría si no fuera tan dramática.



En la tercera parte se resume lo soñado por los Profetas y la formación de una nueva religión, tomando como base los datos científicos recopilados durante décadas gracias a sus letanías. La autora anónima nos habla de estos antepasados comunes como divinidades, tal como los definen los Profetas. Flexibles verdades científicas se transforman en inamovibles dogmas de fe, en una teobiología orientada a la adoración al Urdeustorótomo. Por lo tanto, es una religión que prepara a la humanidad para participar en la guerra contra el enemigo Urprotóstomo. Estos toebiólogos también deben de creer que a los gusanos de seda les duele la metamorfosis... Se masca la tragedia.

Pienso que si alguna vez se funda una religión basada en principios biológicos, más vale que esté fundamentada en los fenómenos de la simbiosis o del altruismo biológico (de hecho, ya existen religiones así, pero sus predicadores están más empeñados en dirigir sus esfuerzos en perpetuar sus dogmas de fe generación tras generación). Pero una religión no debería estar basada en una guerra contra todo un filo biológico. Para empezar, se me antoja que cuando los profetas hablan de guerra, en realidad se están refiriendo una competencia para adquirir recursos (no para comerse y eliminar al enemigo). Además, en este libro se contabiliza el éxito de esta guerra a través de la diferencia de biomasa entre deutoróstomos y protóstomos, cuando debería valorarse por la diversidad génica en ambas filogenias (más vale la calidad que la cantidad). También echo en falta la presencia de la IA en esta historia. Tal como se está haciendo hoy en día con las tablillas de escritura cuneiforme de la Antigua Persia, un riguroso análisis de una IA de la basta y densa letanía de los Profetas arrojaría más luz a este asunto, y acabaría por impedir los apocalípticos sucesos narrados en la cuarta y última parte de este cuento de ciencia ficción.

Y es en esta cuarta parte en donde, por fin, se desata la tragedia. La autora anónima nos narra la consolidación de una teobiología basada en la adoración al Urdeutoróstomo, que se asienta en el siglo XXII. A partir de aquí, la humanidad entra a participar activamente en la guerra contra el enemigo Urprotóstomo. La autora anónimas nos cuenta varios sucesos, cada uno con resultados más catastróficos que el anterior, en donde los gobiernos no carecen de escrúpulos a la hora de diseminar armas químicas en el medio ambiente, con la intención de exterminar órdenes enteras de organismos protóstomos. Y el desastre global alcanza un punto de no retorno cuando se reduce drásticamente (la autora anónima desconoce quién lo hizo) la población de himenópteros del planeta. Si ustedes presentan inquietudes naturalistas, ya sabrán que a este orden de insectos pertenecen las abejas, las cuales son indispensables para realizar la polinización de las plantas, muchas de las cuales producen alimentos para la humanidad. De modo que, con la desaparición de las abejas, gran parte de la humanidad fue condenada a morir de hambre, una funesta perspectiva que pronto provocó una guerra mundial entre las Naciones de la Tierra. En este punto del relato, la autora anónima menciona la actuación de su abuelo, que fracasó a la hora de intentar acabar con esta guerra mundial del hambre, al modificar el mensaje dado por los Profetas, cuya versión iba en contra del dogma de la teobiología. Por fin, la autora anónima nos cuenta en primera persona sus vivencias durante las últimas décadas de la humanidad, la cual, herida de muerte por sus actos pasados, pero todavía conservando su fe en el Urdeuteróstomo, ha programado su propia eutanasia. Lo que le llevó a seguir propagando armas químicas sobre la Tierra, aunque ya nadie sabía a ciencia cierta qué organismo se pretendía eliminar. La autora anónima también confiesa sus propios crímenes y los cometidos por la teobiología en nombre del Urdeutoróstomo.

Cabría pensar que semejante apocalipsis, fruto del estudio filogénico del siglo XVIII y de los confusos relatos comatosos del siglo XXI, podría ser el resultado de una locura colectiva de más de trescientos años. Pero la autora anónima escribe este testamento, además de para confesar los pecados de su abuelo, de la teobiología y de las suyas propias, para dar testimonio de lo visto en las últimas semanas de vida. Porque, contra todo pronóstico y lógica, el Urdeutoróstomo, ¡apareció en persona!

Pero es una conclusión, al estilo del anime Fin de Evangelion, que a mí, personalmente, me dejó mal cuerpo cuando lo leí. Y por esta razón, a pesar de que leí Gastrulación en un único día, con los grandes éxitos de Vangelis de fondo, decidí aguardar una cuantas semanas para digerir correctamente la experiencia vivida con la lectura del texto de Pablo Pesado. Porque es imposible que esta historia acabe de mejor manera, un terrorífico final en donde se adivina cuál es la verdadera función del mencionado receptor celular que fue activado accidentalmente a mediados del siglo XXI y que terminó por revelar a la humanidad una información que no deberíamos haber conocido. Pero es una lectura que recomiendo, ya sea porque creo en la susodicha democratización científica, o porque explica el peligro que entraña que un verdad científica se convierta en un dogma de fe. Porque una verdad científica se puede refutar, existe la posibilidad de demostrar que está equivocada. Pero un dogma de fe es inamovible, porque si vas contra el dogma, también irás contra tu religión. Por estas razones, la presente entrada está siendo más larga de lo normal. Afortunadamente, estoy licenciado en Biología y saqué notable en Embriología Comparada (dejen que presuma de mis notables, que saqué pocos durante la carrera), así que la lectura de este libro no ha alterado mi relación con los protóstomos de mi entorno, aunque sí ha conseguido aumentar mi afinidad por los deutoróstomos con los que interactúo a diario. Pero me inquieta que este libro llegue a manos de individuos más sugestionables, que se les dé por declarar una guerra unilateral contra los protóstomos (¡insisto, las abejas no se tocan!). Así que desde aquí le sugiero a Pablo Pesado que, si Gastrulación se convierte en un best seller, escriba, a pesar de lo rotundo de su final, una segunda entrega.



Gastrulación, escrito por Pablo Pesado y publicado por Boadicea editora.

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