Reseña "El legado de Breogán".

Perseguido, con su mejor amigo asesinado, capturado y encarcelado. Así terminó el joven Martín después de robar un objeto misterioso al nuevo obispo de Tui. Y así empieza Tierra de Leyenda, el Legado de Breogán, un libro de Samuel Ferro. Es un escrito que tiene la peculiaridad de estar narrado en tercera persona y en tiempo presente, a pesar de que los hechos descritos acontecen en el siglo XIV.

Tierra de Leyenda cuenta las vivencias del mencionado Martín y de un amplio elenco de personajes que se van añadiendo a medida que la trama prosigue y se vuelve más compleja. Nos describe cómo es la vida en el sur del Reino de Galicia, que no se caracteriza precisamente por la fiabilidad de su seguridad ciudadana. Porque, además de tener que lidiar con salteadores de caminos o con las epidemias de peste, la gente de a pie también debe soportar la tiranía impuesta por los nobles (en nombre del Rey) y por el clero (en nombre de Dios).

En este ambiente tan tumultuoso y violento creció Martín, viéndose obligado a convertirse en un vulgar ratero. Pero es rescatado por Corvinus, un misterioso personaje que requiere de sus habilidades como ladrón, para infiltrar a Martín en el entramado de una sociedad secreta de conspiradores que luchan por algo llamado la causa; al parecer, pretenden derrocar el sistema imperante liderado por tiránicos señores y obispos corruptos, y, para ello, Corvinus propone ir a buscar un misterioso artefacto antiguo, al que llama el legado de Breogán. Al parecer, se trata de un ritual celta que en su día hizo invencible al propio Breogán, a su nieto y a su bisnieto.



Para encontrar este legado, la sociedad secreta de la causa organiza una expedición de cuatro miembros, en donde participará el propio Martín, bajo unos maquiavélicos mandatos confidenciales dados por Corvinus. Y después de describir las vivencias de los otros tres expedicionarios, para que el lector advierta cómo son estos personajes, en el momento en que los cuatro se reúnen para iniciar el viaje, se les suma Fernando de León, un oficial veterano de las guerras contra los moros, un rudo mercenario y proscrito que es contratado para ejercer de guía y guardaespaldas de los cuatro miembros de la causa.

Empieza así un accidentado viaje lleno de peripecias por los montes gallegos, una ruta que se toma con la intención de evitar la vigilancia y los asaltadores que acechan en los caminos que conectan las distintas aldeas gallegas. Y, paralelamente a la trama de la expedición, se desarrollan otras tramas secundarias en los alrededores de Tui, en donde los miembros de la causa que se quedaron atrás han de hacer frente a una siniestra conspiración urdida por los nobles y el clero, en torno a la preparación de una falsa guerra contra el Reino de Portugal, cuya verdadera finalidad es la de justificar la existencia de la nobleza, y enardecerlos como defensores de la gente, ante el mismo pueblo.

Para ser sinceros, es un libro que me resultó difícil de leer, debido en gran parte a su apariencia de guion cinematográfico. Incluso se abusa del recurso de dialogar la narración para desarrollar las distintas tramas. Narrar con diálogos es algo que solamente utilizo para contar un concepto que es demasiado sesudo o complicado como para desarrollarlo con una espesa parrafada. Así que estoy de acuerdo con el propio Fernando de León, cada vez que increpa a los cuatro viajeros a su cuidado, por perder el tiempo cuando discuten contra ellos, ya que, cada miembro es demasiado orgulloso como para colaborar entre ellos.

No obstante, es un libro en donde no paran de pasar cosas. Las conspiraciones, los crímenes, los asesinatos, los robos y las ejecuciones se suceden. Incluso hay un noble que gusta de abusar de su derecho de pernada. Y la trama más interesante es la de la expedición, en donde el grupo no para de encontrarse con peligros, sumergiéndose en un misterioso mundo celta que todavía persiste, a pesar de que impera el sistema medieval. De hecho, en mitad del viaje, al equipo se le une un extraño personaje que se hace llamar Lobo, un fornido ermitaño que vive en medio del monte, al margen de la sociedad medieval, y cuyas habilidades para la lucha le convierten en un rival digno de Fernando de León.

En este punto, desearía expresar algunas conclusiones que he sacado de la lectura este libro. En primer lugar, me pregunto si es conveniente, o no, vivir en sociedad, y más aún en el siglo XIV. Porque vivir en esta sociedad, significa hacerlo bajo el mandato de un noble, que estaría bien, siempre y cuando que el noble de turno no sea un tirano. Pero tampoco conviene que el señor de tus tierras sea demasiado pasivo o esté impedido para salir de su castillo. Es algo que comprueban los propios expedicionarios, cuando traspasan una localidad tomada por una despiadada organización de asaltadores de caminos. La delincuencia germina donde haya un vacío de poder.

Otra opción sería hacer como Lobo, vivir en medio del monte, aislado de las leyes de los que se hacen llamar civilizados y cristianos, pero que mandan a sus hijos a morir en la guerra, y a sus hijas a ser subyugadas en un convento. Pero claro, para vivir así, en plena naturaleza, hay que ser muy fuerte, tanto física como mentalmente, y estar adaptado a subsistir al aire libre. Sin embargo, este férreo estilo de vida le permite a Lobo estar por encima de las leyes de la civilización. Incluso se permite matar a un noble, cegado por un arrebato de ira animalista. A alguien como Lobo, no le da miedo ser perseguido y castigado, porque antes, tendrá que ser capturado en su monte, tomado por manadas de lobos y escudado por leyendas de desapariciones.

Aunque, personalmente, estoy más de acuerdo con Fernando de León, el cual, gracias a su dilatada experiencia en el campo de batalla, llega a la sólida conclusión de que la nobleza de un hombre no viene dado por su linaje, o por sus títulos, sino por cómo se enfrenta a las adversidades de la vida. De hecho, de León considera que los nobles no son más que niños mimados que se refugian en sus castillos mientras sus hombres se dejan el pellejo en el frente de batalla.

Y recuerden, que lo digo en uno de mis libros; vivimos en sociedad porque habitamos un planeta hostil. Es la manera más sencilla de aislarnos de la selección natural, pues ésta es la característica que distingue al ser humano de los demás seres vivos.

No quiero terminar esta reseña sin mencionar la rigurosidad de la ambientación histórica que Ferro presenta en este libro. Se le podría pedir que los personajes hablasen entre ellos en castellano antiguo, pero si lo hiciera, el autor correría el riesgo de que el lector se desconectase de esta trama. No obstante, entre otros personajes históricos, aparece el nieto de Martín Códax, un trovador que canta en gallego-portugués, pues ésa era la lengua de moda a la hora de componer cantigas. También he estado atento a los detalles, para no sorprender a ningún personaje comiendo caldo gallego con patatas, o cruzando un campo de maíz, porque son plantas que no existían en Europa en la época en que se desarrolla esta novela, unos 150 años antes del descubrimiento de América. Y tampoco se comete el error de llamar Reconquista a las guerras contra los moros que se desarrollan en la frontera sur. En este sentido, Ferro estuvo impecable.

Y ya lo saben, si quieren vivir aventuras y adentrarse en una realidad celta solapada por una cruel sociedad medieval, lean Tierra de Leyenda, el legado de Breogán, un libro de Samuel Ferro.




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