Mi participación en la ExpOtaku Coruña.

Tratando de tranquilizar mi inquietud por encontrar nuevos lectores, a principios de este año 2025, decidí responder a la convocatoria de la ExpOtaku, para participar en su evento en Coruña. Recibí un mensaje en el que se me comunicaba que todavía había plazas disponibles para la edición de noviembre. Y como yo tenía sin abrir un par de cajas de una de mis novelas, decidí probar suerte y rellenar el formulario adjunto, con la finalidad de poder ocupar una mesa y darme a conocer ante los visitantes de la Expo.



Y, prácticamente, me olvidé del tema. Porque mientras esperaba a que se me notificase mi participación, firmé con Terra Ignota un contrato para publicar mi nuevo libro, ¡¡¡Nóoo!!!, entregándome a la consiguiente campaña de promoción.



Porque, como ya había comentado en una anterior entrada, soy un autor demasiado gracioso como para publicar para las grandes editoriales. Cosa que no me creía del todo, hasta que Terra Ignota se interesó por mi novela, mi primer escrito de la era post-pandémica que se publica. Porque, en el mensaje en donde me ofrecían el contrato, declararon ir a contracorriente, que ellos creían que el género de la ciencia ficción en España no tiene que ser tan serio, como se piensa en las grandes editoriales, y que por esto apostaban por mi obra.

Ahora bien, como soy demasiado gracioso, tengo que resignarme a publicar con las editoriales pequeñas y aceptar cláusulas del tipo, tienes que vender tantos libros por tu cuenta (entre conocidos, amigos y familiares) tantos libros en tantos meses. Es algo que me ya me ha pasado con Ironwild, motivo por el que tengo dos cajas sin abrir de este libro.



Pero me entregué a la promoción de ¡¡¡Nóoo!!!, principalmente, porque coincidió con los meses de verano. Todos mis parientes y conocidos pasan sus vacaciones veraniegas en mi aldea, y yo quería valerme de ello para venderles ejemplares firmados. Quería aprovechar este periodo vacacional, porque ya estaba más que harto de que me viniera con la excusa de que estaban trabajando o fuera de Galicia, porque las firmas de mis anteriores obras se realizaron en periodo lectivo. Aunque al final, si mis eventos de ¡¡¡Nóoo!!! no funcionaron, era precisamente porque la gente estaba de vacaciones, y se prefería estar en la playa que en un bar o en una librería para que les firmase uno de mis libros. O al menos, ésa era su excusa vacacional. No obstante, me llevé una grata sorpresa cuando decidí pasearme con mi nuevo libro por mi aldea, visitando sus casas puerta por puerta; pues descubrí que allí hay lectores interesados en mi obra, muchos más de lo que pensaba, en mi aldea...

Pero volvamos al tema de la ExpOtaku. Estaba tan entregado en mi patrulla aldeana, buscando nuevos lectores, que estuve a punto de perder mi plaza. De aquella no estaba tan atento a mis mensajes por e-mail, así que cuando me llegó la notificación de que había sido aceptado, no me había dado cuenta hasta el día siguiente, por la tarde. Y es que el mensaje de marras se me envió el 23 de julio, no me enteré hasta el 24 de julio y, tal como había leído cuando rellené el formulario mencionado más arriba, tenía cuarenta y ocho horas para hacer una transferencia y pagar la plaza. Lo que no estaría mal, si no fuera porque el día siguiente era el 25 de julio, que es festivo en Galicia y los bancos están cerrados. Supongo que la organización de la ExpOtaku no tuvo en cuenta este detalle al aceptar a un escritor gallego. Lo cierto es que tuve que realizar una transferencia online, con todo el engorro que ello conlleva, esa misma tarde, porque no podía ir al banco al día siguiente.

El caso es que fui aceptado, como se me confirmó meses más tarde, al recibir la factura pagada de la organización. Así que decidí participar con mi nuevo libro, el que me sobraba y los pocos ejemplares que me quedaban de Ediciones Atlantis, con la intención de que los visitantes tuvieran donde elegir.



El mes anterior al evento estuve liado con cierta paranoia mía, temiendo que los visitantes intentarían pagarme con dinero electrónico, o que me vendrían con la excusa de que no tenían efectivo encima, tal como me ha pasado la última vez que intenté vender un ejemplar de !!!Nóoo!!!, días antes de que terminase el plazo estipulado por el contrato con Terra Ignota... Pero ésta es otra historia, y será mejor que la cuente en otra ocasión.

Aunque me sabía convocado, no me lo podía creer del todo hasta que llegó el viernes, 21 de noviembre, el día en el que instalamos la mesa en medio del recinto, asignada al azar por la organización. Para ser sinceros, ni siquiera me había planteado traer una manta para cubrir la parte de abajo de la mesa. Mi montaje resultó ser el más minimalista y humilde de toda la feria. Pero yo solamente quería dar a conocer mis libros, además de vender los bastantes para cubrir los gastos de la inscripción. Así y todo, decidí exponer unas cuantas ilustraciones de las mías, además de un código QR que daba acceso a una página de wattpad, en donde tengo subido un fanfic de Deadpool con Torrente. Asimismo añadí una cestita con golosinas que no pude repartir en su noche por Halloween. Y dispuse los libros de tal manera, para contar que estuve en Atlantis, me hice Alamar y ahora estoy en Terra Ignota.

Y llegó el gran día. 22 de noviembre, primer día la ExpOtaku. Cerca de doce horas detrás de mis libros, mostrándolos y de pie, hablando de mi obra. Porque, por lo menos, los visitantes de la ExpOtaku son curiosos. Y lo digo con conocimiento de causa, ya que participé en tres ediciones de la Feria del Libro de Madrid. Allí hay mucha más gente, pero casi todos los visitantes pasan de largo y, si me dirigían la palabra, era para preguntarme por algún libro de informática o de algún otro autor, confundiéndome con uno de los dependientes de la caseta de turno.

Allí de pie, apenas sentado, y matando el tiempo retratando a los colsplayers con mi Nintendo 3DS negra, pude comprobar que mi paranoia del mes anterior, sobre el dinero electrónico, no estaba para nada justificada. Ha sido una experiencia refrescante comprobar que la gente joven todavía usa dinero efectivo. Aunque, al avistar esos billetes, tuve que reprimir la tentación de extender una mano y echarla a ese dinero a cambio de uno de mis libros.

Ese sábado, la mayor alegría me la dio un tal S****o, ya a últimas horas de la tarde, que se acercó a mi mesa exclamando ¡libros de ciencia ficción!, como si fuera un niño grande. Eso sí, le firmé mi novela más corta. Espero que ya la haya disfrutado y que  quiera adquirir algún otro de mis libros, todos ellos disponibles en amazon o encargándolos en cualquier librería.

Al día siguiente, domingo 23 de noviembre, retorné a la feria, para seguir promocionado mi obra a los visitantes más curiosos de la ExpOtaku. Cansando y medio decepcionado por los resultados de la anterior jornada, me llevé la sorpresa de haber firmado unos cuantos libros más antes de terminar la jornada. No fueron los bastantes como para cubrir todos los gastos derivados de haber participado en esta feria, pero al menos fue un comienzo. Por no hablar de que muchos de los visitantes curiosos parecían estar muy interesados en mi obra, tanto, como para adquirir uno de mis libros por otro medio.

No quería terminar esta entrada sin mencionar la firma más surrealista que hice en toda mi vida. Pues se acercaron dos samuráis de paisano para ver mis libros y que les firmase un ejemplar de Ironwild. Y digo que eran samuráis, porque vestían toda la parafernalia; máscara de demonio, sombrero chino, kimono color caqui, espadas enfundadas colgando de la cintura... Pero cuando les firmé el libro, de improviso volvió a asaltarme la paranoia del mes anterior, mencionada un par de veces más arriba, porque el comprador me preguntó si podía pagarme con tarjeta. A juzgar por lo que pasó a continuación, no sé si la cuestión iba en serio o formaba parte de la puesta de escena. Pero el caso es que el samurái que me compró el libro, cuando le dije que solamente podía aceptar efectivo, le hizo un gesto a su compañero, y este último abrió su riñonera para sacar un billete... Realmente, ha sido todo un honor firmarle mi libro.

No hay victorias definitivas, ni derrotas definitivas. Y la gente que lee libros duerme por las mañanas de los fines de semana. Son las conclusiones a las que he llegado después de haber participado en la ExpOtaku. Como diría un maestro zen, Ya se verá. Aunque no creo que vuelva a participar detrás de un mostrador, por lo menos por mi cuenta, estoy seguro de que me he dado a conocer. Incluso me he dado el gustazo de hacer el dibujo que acompaña estas líneas en donde seis de mis personajes comparten escena con un reparto coral de personalidades ya conocidas por los visitantes de esta feria. Me hubiera gustado incluir a Miku, o a Ada Wong, pero es que me había quedado sin espacio.

Lo que más rabia me da, ha sido lo de no poder abrir las dos mencionadas cajas cerradas de Ironwild. Pero he pensando en volver a recorrer mi aldea para regalar ejemplares de Ironwild, en calidad de regalo adelantado de navidad, a todos los que he firmado un ejemplar de ¡¡¡Nóoo!!!. Quién sabe, a lo mejor consigo así más lectores antes de que se acabe el año.


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