El escritor vacunado.

Frustrado y contento. Estas dos sensaciones contradictorias son las que he experimentado cuando recibí la primera citación para vacunarme, el pasado mes de junio del 2021. Frustrado, porque ya teníamos que estar todos vacunados e inmunizados a finales del verano pasado. Y contento, porque no esperaba estar vacunado hasta finales del año que viene.

En la presente entrada os voy a contar mi experiencia con esta inyección.

Fui citado, por el Sergas a través del móvil, el 22 de junio de 2021 a la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela. Formé parte de una cola bastante fluida, lo que me permitió tomar mi primera dosis unos minutos antes de la hora citada. Era un día nublado que amenazaba lluvia. Me vacunaron con Pfizer, o en otras palabras, me inyectaron el famoso ARN mensajero del que hablo en una entrada anterior.


Y sé que ha funcionado, porque yo, a diferencia de otros muchos vacunados, sí experimenté un único efecto secundario; un dolor muscular en la zona del pinchazo que, no obstante, no me resultó ser del todo desconocido.
Antes de proseguir con la descripción del mencionado efecto secundario, creo conveniente explicar al lector (presuntamente profano en ciencias), cuál es la química que se esconde detrás del metabolismo de las agujetas, ese otro dolor muscular que suele aparecer en las extremidades después de realizar un excesivo ejercicio físico.
Las agujetas se producen porque hay un déficit de oxígeno en sangre durante el ejercicio físico. Entonces, las células musculares se ven obligadas a prescindir de las rutas metabólicas aeróbicas (las que normalmente se usan para obtener energía a partir de los hidratos de carbono), por otra ruta anaeróbica, denominada fermentación. Lo que no estaría tan mal, si no fuera porque cuando se realiza esta ruta, además de energía, se obtiene un producto residual denominado lactato, una molécula que cuando aparece, lo hace formando cristales dentro del músculo, cristales que cortan y desgarran el tejido. Este es el origen del dolor muscular de las agujetas, que todos hemos sufrido alguna vez en nuestras vidas.


Pues bien, en el caso de la vacuna, tal como he contando en la mencionada anterior entrada, el ARN mensajero inyectado entra en las células del entorno y allí es traducido para sintetizar la proteína llave del virus, que pasa a formar parte de la membrana celular. En casos como el mío, esta membrana fue invadida masivamente por esta nueva molécula, lo que atrofió la contracción del músculo. Por esta razón, horas después de haber sido vacunado, el deltoides me protestaba cada vez que levantaba el brazo. Al menos, era una sensación que podía evitar con no elevar el brazo durante el siguiente día y  medio, el tiempo en que duró el efecto.
Os comento que este dolor muscular, lejos de asustarme, me ha tranquilizado, porque es un síntoma de que, al menos, mi organismo ha sintetizado la proteína llave del maldito virus hijop**a, y lo hizo a cantidades industriales. Así que también supongo que mi sistema inmunitario también ha hecho los deberes, y que haya catalogado, clasificado y etiquetado esta proteína desconocida, para que en su día pueda sintetizar anticuerpos ante la intrusión del dichoso virus.
El 16 de julio del 2021 fui citado por el Sergas, de nuevo, en la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela, cuando la ola de calor por fin alcanzó Galicia. La segunda dosis me produjo el mismo efecto secundario. Tardaron un poco más en vacunarme, pues preguntaban a los cuarentones citados por si hemos experimentado algún efecto secundario. Supongo que cuando esta pesadilla pandémica se termine, saldrá a la luz algún informe con estos datos.
Por mi parte, en estos mismos instantes, estoy haciendo un último esfuerzo para autoconfinarme unos días mas. Estoy ansioso de volver a la normalidad, visitar las librerías en la que deposité algunos de mis libros (que espero que todavía estén abiertas), buscar algún local, y emprender nuevos proyectos que tengo en espera.
Y sobre todo... ¡¡¡TENGO UNAS GANAS LOCAS DE VOLVER AL CINE!!!


Larga vida, prosperidad y cuidaos mucho, que falta poco para que esta pesadilla se acabe.

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