Un año de pesadilla.

Igual todavía hay algún despistado por ahí, pero lo digo abiertamente; hoy hace un año que mi vida, y la muchos españoles, se fue a la porra. Y todo por culpa de un microorganismo que vino del otro lado del mundo.


No fue nada justo. Siguiendo esta tradición quinquenal mía de publicar una novela al año, ya tenía fijada la presentación de "La estación de los condenados" para finales de marzo del 2020. Y por una vez, había escrito una obra que puede ser leída por estudiantes de los últimos cursos de la ESO. Recuerden que mis obras están dirigidas a los lectores de Harry Potter que ya se han hecho adultos. Para preparar la presentación de "La estación de los condenados", programada en Melide, mi localidad natal, tenía pensado repartir carteles por el instituto de la ESO de allí, dar charlas, hablar con la gente...




Pretendía repetir el éxito que tuve en 2019 con la presentación de "La colonia Infernal", además de convocar los nuevos lectores que hice gracias a la exposición de A Fundación Enxebre, hecha en verano de ese mismo año...



Pero, adivinen qué ha pasado... Pues que el virus hijop**a ya se había instalado en nuestras vidas. Y a un par de semanas de la fecha de presentación de mi quinta novela, se decretó el confinamiento domiciliario para todos los españoles, por unas dos semanas...

¿Dos semanas? ¡Los co**nes dos semanas!

Así que me vi metido en una espiral de incertidumbre. Por mi parte, el contrato con la editorial ya estaba firmado y tenía el deber de hacer la presentación. Y eso que había seguido atentamente las noticias sobre el virus hijop**a desde finales del 2019. Pero, ingenuo de mí, tenía depositada mi confianza en la autoridades de China, pues antes ya habían controlado con éxito otras epidemias, como la del SARS o la de la Gripe Aviar, y que nuestros sabios dirigentes no permitirían que semejante bicho entrase en nuestras fronteras...

¡Los co**nes sabios dirigentes! Si algo nos ha demostrado esta maldita pandemia, es que estamos siendo gobernados por estudiantes de Letras. Igual saben mucho de economía o de hechos históricos, pero queda más que demostrado que son (muchos lo siguen siendo) unos ignorantes a la hora de tratar asuntos relativos a las epidemias infecciosas, o cualquier otro asunto científico.

Confieso que el año pasado, antes del confinamiento domiciliario, tenía la mala costumbre de reírme y hacer mofa y befa de los ignorantes en asuntos científicos. Pero después de todo lo que ha pasado, he decidido no volver a burlarme de un ignorante. Es más, ha reforzado mi vocación de escritor de ciencia ficción, porque me he dado cuenta de que hacen falta más obras como las mías, capaces de formar en Ciencia al lector sin darse cuenta. La gente tiene que saber que la Ciencia no es esa cosa misteriosa, oscura y compleja que hace un tipo siniestro con bata blanca en un apartado laboratorio sombrío. La gente tiene que saber que la Ciencia es el estudio de la realidad, sobre todo, de la más cercana y cotidiana, y que siempre es beneficioso acumular conocimientos científicos. Si no me creen, pregúntense si antes sabían qué es el tiempo de incubación, o si tenían idea de que vale la pena saber de epidemiología. Que por cierto, estoy seguro de que si todos tuviéramos unas nociones básicas de epidemiología, no estaríamos en esta situación, entrando y saliendo de cuarentenas según la incidencia de la pandemia, o poniendo multas a los que no llevan mascarilla, o tomando aviones cuando las noticias hablan de un nuevo virus, o ignorando las alarmas de un oftalmólogo cuando alerta sobre la presencia de un nuevo patógeno en su hospital...

Y quizá me esté quejando de vicio, porque soy más que consciente que hay gente que lo está pasando mucho peor que yo. Gente que vive al día, que nunca había pensado que algo así podría suceder, que a duras penas sobreviven con sus negocios cerrados o aquejados por las medidas de cuarentena...

Después de la primera ola, volvimos a salir afuera, hasta que llegó la segunda ola. Tras la segunda ola, volvimos a salir afuera, hasta que llegó la tercera ola... Con la tercera ola finalizada, parece que hemos aprendido la lección, y se mantienen cerradas las comunidades... Aunque semeja que el virus hijop**a por fin ha afectado a la política española y, siguiendo con la línea de guion de película cutre (recuerden cuando los sanitarios se tuvieron que vestir con bolsas de basura), en vez de ser testigos de una revolución marciana, tenemos una revolución murciana, cuyo detonante viene dado por los políticos de allí que se saltaron su turno para vacunarse...

En cuanto a mí, esperaré a que me toque vacunarme (porque por lo menos, ahora, aunque sea gracias a Don Dinero, tenemos vacunas), y a que la gente pueda volver a moverse. Pude presentar "La estación de los condenados" en junio, aunque fue un acto más bien desastroso, porque no fui capaz de atraer nuevos lectores. Así que ahora tengo un par de novelas inéditas en la recámara, y no pienso ponerlas en circulación hasta que me vacunen y la gente pueda volver a movilizarse sin correr el riesgo de propagar la infección. Entonces, el mundo volverá a saber de mí.

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