Reseña "Hijos de sangre y titanio".

 Con una dama en apuros. Con este recurso tan típico empieza Hijos de sangre y titanio, novela escrita por Marisa Mallenco y Christian Merlo, y publicada por Ediciones Atlantis. En el prólogo de esta historia, el lector es testigo de la angustiosa huida de una mujer, que busca un lugar en donde refugiarse del acecho de las autoridades y dar a luz a su hijo, prácticamente, en condiciones de clandestinidad.

¿Perseguida por la justicia? ¿Pariendo a escondidas? ¿Abandonando a su hijo en un orfanato, desangrándose y, finalmente, socorrida por un misterioso perseguidor?

Estas preguntas acucian la mente del lector tras leer el prólogo del libro.

El primer capítulo empieza años después del prólogo. Nos cuenta el día a día de Matt Mason, inquilino de un orfanato de uno de los barrios pobres de Etérnalis. Matt sueña con ser un gran jugador de airhit, un deporte en auge en esta época futura. Si lo logra, conseguirá hacerse rico y dejar atrás el ambiente paupérrimo en el que ha vivido toda su vida. Algo parecido que pasa con el fútbol hoy en día, con jugadores que se han criado de las zonas más pobres de sus respectivos países de origen.

No obstante, el día en el se presenta a unas audiciones para ser jugador profesional de airhit, lesiona gravemente a uno de los oponentes y, más tarde, en una estúpida trifulca, deja KO a un Soldado. Después de esta gresca, es trasladado del barrio pobre a otro mejor, porque se ha descubierto que Matt no es un Nunano, sino un Soldado Súperi.

Y es que la sociedad de Etérnalis esta dividida en tres facciones, como se va describiendo a medida que Matt progresa en su nueva vida; ventajas de que el protagonista sea alguien joven, lo que le permite al lector adaptarse a un nuevo entorno de ciencia ficción al mismo tiempo que el personaje principal.



Los Nunanos son seres humanos de pura cepa, carentes de cualquier rasgo génico que caracteriza a las otras dos facciones. Están en los barrios pobres, condenados a vivir al día, reutilizar sus vestimentas y habitar viejos edificios que se caen a pedazos. Las otras dos facciones se engloban en el grupo de los Súperi (supongo que es una corrupción del latín superiori); son los Soldados y los Creadores. Los Soldados presentan características físicas que los capacitan para el combate; son más fuertes, más resistentes, más rápidos... En cambio, los Creadores presentan características relacionas con el coeficiente intelectual. Son muy listos y, prácticamente, son los autores de todos los adelantos tecnológicos que hay en Etérnalis. Se supone que los rasgos que definen a los Súperi han venido dados por mutaciones que surgieron espontáneamente en el pasado (¿apocalíptico?) de este mundo, pero a mí me parece que es una versión oficial... Y lo más importante; existe una ley que prohíbe el cruzamiento entre las tres facciones. Numanos, Soldados y Creadores no pueden interaccionar personalmente entre ellos (lo que en parte explicaría lo que se cuenta en el prólogo).

Por su banda, lo que más impresiona a Matt, en su nueva vida en el distrito de los Soldados, es el nivel de bienestar del que se goza allí. Los edificios son nuevos o están bien mantenidos, la comida nunca escasea y puede cambiarse de ropa todos los días. Llama la atención que dentro de una misma ciudad haya un distrito que es tercermundista y otro con medios del primer mundo, y que ambas zonas estén separadas por un río con puentes custodiados por Soldados armados. Y la cosa se vuelve más esperpéntica cuando se describe el distrito de los Creadores, cuyos medios tecnológicos son más propios del género de ciencia ficción.

Ante este panorama, el lector se preguntará por qué los Creadores, si son tan listos, no pueden hacer que todos los habitantes de Etérnalis, Numanos incluidos, gocen de un mejor estilo de vida. Matt empieza a descubrirlo cuando planea volver al sector Numano, al enterarse de que están desapareciendo compañeros de su antiguo orfanato. La burocracia y las leyes que gobiernan en Etérnalis son tan estrictas, que han fomentando la corrupción en todos los estamentos sociales de esta ciudad.

La novela no está carente de profusas descripciones, sobre el vestuario de los personajes, o de cada uno de los artefactos tecnológicos que Matt se va encontrando en sus peripecias. Cada capítulo termina con un clifthanger, que anima al lector a emprender la lectura del siguiente episodio. Y lo mejor de todo es que, en esta novela, hay acción a raudales. Los autores coreografían cada una de las peleas en las que Matt y sus nuevos amigos participan. Aparte de intentar investigar las mencionadas desapariciones de Nunanos en los barrios pobres, Matt práctica parkour en el mobiliario urbano especialmente acondicionado del distrito de los Soldados, participa en un torneo entre Soldados y Creadores e, incluso, se embarca en un pequeño safari fuera de los límites de Etérnalis, donde el terreno está tomado por una espesa y vasta jungla habitada por extrañas fieras salvajes.

Paralelamente a la trama principal protagonizada por Matt, se suceden otras dos subtramas. La primera cuenta las investigaciones de Sam, amiga huérfana de Matt, centrada en el esclarecimiento de las desapariciones de Numanos. La segunda narra las vivencias de uno de los huérfanos desaparecidos, y es todo lo que voy a contar sobre ello, para evitar destripes innecesarios.

Las tres tramas desembocan en un trepidante capítulo final, en donde se descubre el porqué de esa absurda ley que prohíbe el cruzamiento entre miembros de distintas facciones; el poder de la recombinación génica, por no decir el amor, es lo único que puede acabar con la corrupta hegemonía de los Súperi en Etérnalis.

En definitiva, Hijos de sangre y titanio es una novela juvenil de ciencia ficción muy entretenida, que no tiene nada que envidiar a Los Juegos del Hambre, a El corredor del laberinto o a la serie Divergente. De hecho, parece que las cuatro obras se desarrollan en el mismo mundo postapocalíptico, pero en regiones distintas de la Tierra.

Finalizo esta entrada con el tema Arcade Master de Two Steps From Hell, que va muy bien para ambientar las coreografiadas escenas de acción de esta novela.



Y ya lo saben; Hijos de sangre y Titanio, de Marisa Mallenco y Christian Merlo, publicada por Ediciones Atlantis.

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